Como ya todos se habrán dado cuenta leyendo otros post, saben que intento traer a mi vida además de que me gusta mucho, la practica de hacer una varias pausas del mundo cotidiano y de la locura colectiva que existe hoy en nuestro planeta. Aunque para algunos sea distinto, yo soy de esas personas que ese frenesí social y colectivo se le puede pegar con mucha facilidad y si hay algo que me saca d dmi centro de calma es meterme en esa ruedita de hámster, en la que viven muchas personas. Sé que hay muchos que se sienten muy tranquilos o felices con estar ahí y no es que los esté juzgando al decir que es una ruedita de hámster, pero simplemente a mi no me hace bien. El sobre estrés del mundo actual, la agresividad de las personas, el vivir constantemente a la ofensiva, me agotan de maneras que ustedes no podrían llegar a imaginarse y traban todos mis planes universales de seguir avanzando con mis proyectos tanto terrenales como espirituales.
Quiero contarles sobre una experiencia nueva que tuve el privilegio de vivir, gracias a un regalito que me hizo mi curandero, cuando me encontraba en mi última dieta vegetalista, en su centro en Lolol
El regalo nació de él, porque no había pasado una buena noche con mi dieta, se me colaron unas energías un poco fuertes y no muy lindas que me hicieron tener unos sueños horribles y no logre dormir de corrido ni descansar bien, lo que hizo que en la mañana me sintiera super cansada y un poco extraña. Conversando con Kayún (mi curandero), le comenté lo que había pasado, le conté los sueños que tuve y como fue mi noche entera y creo que hasta me vio un poco cara de cansada, porque después de contarle todo sin titubear me ofreció preparar un baño florido para mí.
En un principio pensé que eran como los baños de tina que me daba en casa, con un llenado de tina normal y de vez en cuando acompañado de unas hojitas de rufa o algunas calas blancas de campo o un poco de sal de mar (como para emular agua de mar), un poquito de música y una ocasional copa de vino y quedarse ahí hasta que se enfriara el agua.
Si bien es cierto que la ruda y las calas blancas de campo ayudan a limpiar y equilibrar las energías del cuerpo, déjenme decirles que un baño florido es como eso, pero multiplicado por un millón.
Mientras comía mi exquisito desayuno de dieta: un poco de quinoa, un huevo de campo duro y media papa cocida, acompañado de un sabroso vaso de agua de bidón, él me dice, voy y vuelvo y se tomó el tiempo para salir a recolectar florecitas y plantitas de su campo, para prepara mi baño. Cuando llegó, puso todo lo que había recolectado, ramilletes de ruda y lavanda y unas flores de rosa blanca en una olla grande a hervir, lo dejo ahí como unos veinte minutos a media hora y se fue al baño a preparar la tina. Lo primero que hizo fue tirar el agua hervida, intentando dejar solo el agua y que cayera la menor cantidad posible de plantas, abrió la llave del agua caliente y dejó que se llenara un poco para luego hecharle un poco de uno de sus perfumes especiales. Son especiales porque los prepara durante sus propias dietas en la Selva Amazónica de Perú, así es que tienen un propósito, energía y poder especiales. Pasaron unos 5 minutos y me aviso que estaba listo, me abrió la posibilidad de poner la música que yo quisiera y que me quedara el tiempo que yo quisiera.
Terminé de llenar la tina (él, la había dejado llenando) y me dispuse con mi mejor ánimo a meterme en ella y relajarme de la mala noche. Ya cuando me estaba desvistiendo empece a sentir el olor del agua, una mezcla de perfumes muy fresca. Una vez que me metí empece a sentir los vapores, me fui relajando cada vez mas, hasta que llego un punto que inclusive la música que había puesto pasó a segundo plano y solo quedamos yo y mis plantitas de dieta, en el agua y muchas flores a mi alrededor (saque las flores que habían quedado en la olla y se las puse al agua), respirando muy hondo y profundo, como pocas veces uno lo logra hacer con el ajetreo de la ciudad.
Me dieron ganas de poner pétalos en mi cara y flores en mis ojos y en algunas partes de mi cuerpo que quedaron expuestas fuera del agua (la tina no era tan grande como me hubiese gustado).
Estuve ahí hasta que se enfrío el agua, como había calor, fue alrededor de una hora y un poco más, respirando sin sentir nada de nada a mi alrededor y con mi mente totalmente en blanco, simplemente escuchando como respiraba, realmente relajada, como nunca me había sentido, casi como en un estado semi dormida ¡fue maravilloso!
Cuando empecé a sentir un poco de frío, por que el agua ya estaba prácticamente fría, me saqué todos los pétalos y flores y me salí de la tina con un sentimiento de renovación absoluta, mucha energía y paz.