En Abril de este año Ro nos regaló un viaje flash a Lima, Perú. Siempre supe muy en mi interior que era por algún motivo especial, lo sentía muy nervioso desde unas semanas antes de que me contara que había comprado los pasajes y que ya tenía todo listo para nuestra escapada a Lima. Ninguno de los dos conocíamos Lima, así que estábamos bastante emocionados con este viaje, por muy corto que fuera le queríamos sacar el máximo provecho y comer todo lo que nuestros cuerpos resistieran (habíamos escuchado muchos buenos comentarios con respecto a la gastronomía en Lima).
El día de que nos íbamos fue caótico, partiendo porque unos días antes nos habíamos traído al «gordo» (otro de mis gatos) al departamento y justo la noche anterior el decidió hacer un hoyo gigante en la malla del balcón y escaparse mientras dormíamos. Ustedes comprenderán que nuestra mañana fue de yo llorando desconsoladamente y Ro intentando mantener la calma y ayudarme a buscarlo antes de tener que irnos a trabajar. Cuando volvimos a la casa, me dedique a buscarlo, llamarlo, mirar las cámaras de seguridad del edificio a ver si se veía por donde se había ido, todo un trabajo de detective ¡y nada! Entremedio de todo ese caos me tocó armar nuestra maleta; cuando viajamos los dos solos por pocos días llevamos una maleta compartida (¡soy seca armando mini bolsos con lo justo y necesario! jajaja); y bueno, la verdad es que no teníamos idea del tipo de clima, solo miramos en la app del teléfono que decía 17º o 18º, entonces lo primero que pensamos es que haría frío y metimos varias cosas abrigadas como chalecos y pantalones largos (¡grosso error! ya les contaré por qué). Unos minutos antes de que llegara el taxi a buscarnos para llevarnos al aeropuerto ¡adivinen qué! Escuche el maullido de un gato y ahí estaba el, dos pisos mas abajo por la ventana de la cocina llorando para que fuéramos a buscarlo, lo metimos rápidamente a su caja de transporte y lo pasamos a dejar donde mi mamá (su casa de siempre) y partimos al aeropuerto. Por un lado me sentí súper triste porque él era mi mas regalón de todos y no logré que se acostumbrara al departamento pero por otro lado estaba feliz de que hubiese aparecido antes de irnos y poder dejarlo en su casa a salvo.
Cuando llegamos al aeropuerto, estábamos muertos después de toda la conmoción del gordo, comimos algo en el Ruby Tuesday y ya era hora de embarcar. Tengo que confesar que todo este tiempo, yo sentía a Ro cada vez mas ansioso ¡nunca en nuestra historia lo había sentido así! Estaba como emocionado y a la vez nervioso intentando demostrar calma todo el tiempo.
Llegamos a Lima a eso de las 2am, cambiamos plata en el mismo aeropuerto (olvidamos hacerlo en Santiago) y tomamos un Uber (app de taxi) que nos llevó al hotel. Nos hospedamos en el Hotel Boutique The Lot, ubicado en el sector de Miraflores. Es un hotel pequeño, muy lindo y con excelente atención, los desayunos en el área común son maravillosos y tiene una pequeña terraza interior ideal para tomarse una cerveza durante la tarde-noche. Está cerquita de varios lugares turísticos. A dos cuadras ya podíamos ver el mar y comer en un buen restaurant ¡no podíamos haber pedido mas!
DIA 1
Después de una buena noche de descanso, nos acercamos al área de desayunos y tomamos un buen desayuno, lo mas rápido posible, para salir a pasear. Nos habían recomendado tantos lugares que no queríamos perder tiempo y salir ya, a «recomer» Lima.
Partimos nuestro tour en el centro de Lima (tomamos un uber desde el hotel hasta allá) y lo primero que nos llamó mucho la atención es como manejan ¡ohh Dios mío! en algún minuto pensamos que podríamos haber muerto. Tienen como un código de bocinas muy extraño y suelen crear sus propias pistas para pasar entremedio del total caos que son esas calles.
Le pedimos al uber que nos dejara en la Plaza Mayor o Plaza de Armas, para nosotros caminar desde ahí a otros lugares. Lo primero que visitamos fueron las Catacumbas de la Basílica y Convento de San Francisco de Lima, no pudimos sacar fotos ahí por que está prohibido y como buenos turistas, hay que hacer caso de las reglas de preservación de monumentos antiguos. La Basílica es muy grande y el tour que hacen es bastante completo, nos agruparon junto con unas 10-12 personas mas y fuimos recorriendo los distintos lugares de rituales de los monjes Franciscanos, desde su biblioteca hasta el comedor y sus camarines, para luego bajar a lo mas esperado del recorrido, Las Catacumbas. En un principio pensé que podía sentirme mal, normalmente cuando voy a lugares con mucha carga energética (cementerios, iglesias antiguas, etc.) me siento un poco enferma, ¡pero fui con toda la fe de que no pasaría nada! Cuando bajamos lo primero que uno ve, es como todo esta hecho de ladrillo y barro, los techos son muy bajos, es todo mas bien oscuro y los pasillos comunes son bastantes anchos. Es impactante pasear por ahí entremedio de todos esos huesos que están literalmente a la vista y paciencia de todo el mundo. En algunos casos habían separaciones de huesos, como los cráneos en un lugar, los huesos mas largos separados de los mas cortos ¡no tengo palabras para expresar como me sentí ahí!
Desde aquí nos fuimos a almorzar a La Rosa Náutica, un restaurant que queda en el mar, uno de los must de Lima. El uber nos recogió en la Plaza de Armas, pasamos por una carretera que va por el borde costero y nos demoramos unos 15 minutos en llegar al restaurant. Cuando nos bajamos del auto, lo primero que vimos fue una casona grande blanco marfil & azul sobre palafitos, metida unos 50 metros mar adentro ¡un paisaje realmente hermoso! Entramos, dimos una vuelta y nos dimos cuenta de que estaba todo lleno, así es que nos devolvimos a la recepción y nos atendió una chica muy amable que nos ofreció esperar al lado del piano. Esperamos unos 20 minutos y nos llevaron a nuestra mesa, al lado de un ventanal grande. Nos entregaron la carta y el garzón muy amable, nos sugirió un par de platos, nos tomó el pedido de lo que íbamos a tomar, ¡pisco sour! Y se fue un rato mientas nos decidíamos que comer. Cuando volvió con los pisco sour (menos mal no pedimos catedral, porque los normales eran como de medio litro), nos tomo el pedido de lo que íbamos a comer, pedimos un plato que venía con un poco de todo: ceviche, pulpo a la parrilla, camarones en salsa picante y calamares apanados. Queríamos pedir un plato pero no pudimos mas, entre el pisco sour y ese plato gigante, casi morimos, así que solo nos faltaba una cosa ¡el postre! Nos pedimos un pedazo de torta de chocolate que les explico lo maravillosa que estaba ¡ñomi ñom! En realidad toda la comida estaba mas que exquisita y la atención a año luz de lo que debería ser en todos los restaurantes de Santiago.
Después, de pasear unos momentos por el muelle (hay unos mini locales donde tienen artesanía local), nos sentamos a mirar el atardecer en una banqueta que estaba mirando hacia el mar y ¡pasó lo mas inesperado que podía pasar! De un momento a otro, Ro se puso muy nervioso, pero como nunca antes en nuestra historia y mientras yo miraba al infinito del mar, el tomó mis manos y me preguntó muy nerviosa y torpemente -¿QUIERES CASARTE CONMIGO?- ¡oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío! Habíamos conversado de esto en varias ocasiones anteriores y los dos sabíamos que era algo que queríamos hacer, pero no sabía que él ya lo tenía todo planeado y mas encima ¡mi anillo soñado! Fue un momento que me dejo realmente sin palabras, estuve en éxtasis toda la tarde después.
DIA 2
Después de toda la conmoción de ese primer día, nuestro segundo día fue un poco mas tranquilo, nos levantamos relativamente temprano y nos fuimos al mall (ahora viene la parte de grosso error con respecto a la maleta) a comprar unos vestidos para mí porque solo lleve pantalones y el primer día casi muero de calor. Los días nos tocaron super lindos y calurosos, además que el clima es como tropical, entonces hay 20º pero la sensación térmica es como de 28º.
Después del mall, tomamos un uber (nos movimos siempre en uber) que nos llevó a nuestro siguiente restaurant, que quedaba en el mismo sector que nuestro hotel, Miraflores. El Mercado es un restaurant que estaba súper de moda cuando fuimos y obviamente no hicimos reserva, porque no sabíamos lo top que era y cuan lleno estaría. Esperamos al rededor de 1 hora para poder sentarnos en una mesa y mientras esperábamos nos tomamos unos margaritas y nos trajeron un pequeño picoteo. Cuando nos llevaron a la mesa, nos trajeron un poco mas de picoteo y las cartas, pedimos unos jugos (las margaritas estaban súper fuertes) y mientras el garzón nos traía los jugos, nos decidíamos con nuestros platos. Finalmente yo me pedí un arroz chaufá y Ro se pidió un pulpo a la parrilla ¡los dos platos estaban exquisitos!
Ese mismo día en la noche fuimos a otro restaurant que se llama Panchita. Tiene dos locales, nosotros fuimos al que queda en Miraflores, nos quedaba considerablemente mas cerca del hotel.
Cuando llegamos, sin reserva otra vez, no estaba tan lleno como los otros ¡por suerte! Había mucha gente, pero quedaban un par de mesas disponibles. Nos hicieron esperar en recepción, en unos sillones cerca de la barra y nos ofrecieron algo para tomar mientras que preparaban nuestra mesa. Cuando la mesa estuvo lista nos llevaron hasta el fondo del restaurant y nos ofrecieron la carta con algo mas para tomar, mientras nos decidíamos, nos trajeron unos panes exquisitos para picar con unas salsas y el garzón nos explico lo que era cada una. Había una muy picante, una media y una suave. Una vez que nos decidimos, yo me pedí algo bastante liviano, un salmón a la plancha con una papa rellena acompañado de verduras salteadas, porque el almuerzo no me cayó bien y me dolía un poco el estómago y Ro aprovecho de pedir un lomo saltado con arroz y otro pisco sour. Estaba todo super rico, la atención excelente, los platos súper súper sabrosos, disfrutamos un montón y cuando llegamos al hotel, ya estábamos demasiado agotados como para salir a tomar algo a algún lugar, como lo teníamos planeado así es que nos quedamos a dormir temprano.
ÚLTIMO DÍA
Nuestro último día fue un poco menos movido que el segundo, teníamos planes de levantarnos temprano para ir a desayunar a un local que se llama La Lucha, pero no lo logramos y aún queríamos pasear un poco mas antes de irnos al aeropuerto.
Tomamos desayuno en el hotel y nos pedimos un uber a «Polvos Azules», un lugar que decían era muy bueno y barato para comprar ropa ¡y bueno! Soy mujer y me gusta la ropa (jajaja) había que ir. El tema fue que cuando llegamos allá y caminamos un poco nos dimos cuenta de que no era tan wow como lo habían pintado, así es que después de perder toda la mañana ahí, nos fuimos (indignados) al mall a almorzar. Ya no alcanzábamos a hacer nada mas, almorzamos en el Tanta (restaurant que esta en Santiago también) y luego nos fuimos a buscar nuestras maletas al hotel para irnos al aeropuerto.
Fue un viaje muy entretenido, con muchos altos que me hicieron muy feliz. Queremos volver lo mas pronto posible a poder terminar de visitar todos los restaurantes que nos han recomendado y todos los lugares que nos faltaron por ver.
Se los recomiendo totalmente ¡sobretodo si van en pareja!